Tenemos que hablar
de las sesiones de foto
En una sesión de fotos suceden más cosas de las que te imaginas, por eso es el momento perfecto para hacer magia y arte. La oportunidad más chida para crear se da, precisamente, cuando estás en plena incomodidad, en la rareza y en el nervio que le tienes a esa cámara que a ratos está más cerquita que tu consciencia y luego tan lejos que ya ni la alcanzas a ver . Es justo ahí cuando tu historia, la visión del fotógrafo, un buen setting y las ganas de romper con el guión se unen para armar el ejército de superhéroes más fregón para tener unas fotos que, seguro, querrás tener en todas las paredes de tu casa.
Claro que el proceso de estar frente a una cámara no es natural (y no tendría que serlo), así que de entrada vamos a quitarnos esa idea de la cabeza para empezar con la mente fresca.
Un resultado fregón tiene que ver con la actitud, así nomás. El éxito no va a estar en que encuentres tu ángulo de revista y lo ensayes mil veces en el espejo, ni en la cantidad de cambios de ropa que lleves, y mucho menos en pensar de forma perfecta. Aquí se valen las torpezas, las caídas, las lágrimas, la incomodidad, tu lado más ñoño y hasta el más raro, ser uno mismo y…
explorar con todas esas emociones en escala de grises.
La actitud será tremenda a la hora de crear no solo en la sesión antes de la boda, sino en el mero día también.
El día de la boda la sesión es una gran pausa a la realidad para meternos en una burbuja e intentar crear sueños…
Sí, seguro estará el planner diciéndote la hora como maquinita, tu amiga estará con el pendiente de que no se te mueva ni un centímetro el vestido de novia, porque #thehorror, y más.
Pero, ¿qué crees? Nadita de eso es ta n importante como lo que estamos a punto de crear en ese momento.
sY sí, a veces hay que batallarle al estilo 300 para dejar dsde lado el pensamiento perfecto de la estética para diseñar, desde cero, imágenes significativas que se conviertan en el testimonio de su historia. This is Sparta! Que se haga a un lado todo lo demás.
Pensar en fórmulas “ideales” está tan de flojera como todas esas clases que te aventaste, sabiendo que nunca las ibas a necesitar. Entonces, ¿para qué repetir procesos si tú y tu pareja pueden crear el suyo desde cero? Boom!
Mejor vámonos de pinta y salgamos del concepto clásico de la boda. ¡Eso sí está con madre!
No le batalles, para salir de lo convencional es necesario sentir mucha rareza. Lo bueno es que las sesiones de fotos son mi pretexto para disparar muchos clicks no solo para que se relajen y bajen la guardia, sino para capturar la magia que se crea en esos entre momentos en los que piensas “¿qué carajos hacemos así?”, “¿y ahora qué hacemos?”, “está bien raro todo esto”, y millones de etcéteras más.
Hazte todas las preguntas que quieras. Si eso es parte de tu verdadera identidad y toda esa esencia se va a multiplicar en las fotos… ¡dale sin miedo!
El rollo de las fotos puede quedarse muy estancado en la búsqueda de momentos de felicidad explosiva, ¿cómo y cuándo sucedió eso? Perseguir el momento televisa y tratar de reflejar un amor romántico que hasta empalaga solo tiene lugar en la tele abierta que ya nadie ve. Estar vestidos de novios no es igual a cumplir con escenas de chick flick, sino… ¡a romper de lleno con eso!
Vamos a faltarnos al respeto
En buen plan, pues.
Uno de los momentos más cañones para explorar con esa escala de grises de la que te contaba al principio es separar a las parejas para capturar la fuerza individual. Se vale no seguir el clásico esquema de “tú y yo hasta el fin del mundo” y darse un tiempito para registrar esa identidad tan chida que tiene cada uno.
Es muy fácil hacer la foto del “estuve ahí”, sin esfuerzo, con una pose y ¡ámonos, a lo que sigue! No es nada sencillo meterle intención, traducir la emoción en una imagen, buscar la naturalidad y lograr que ustedes como pareja confíen en el proceso.
La interpretación artística es mi parte favorita. Es ese anhelo que se convierte en una foto icónica que merece un buen “wow! no mames”. El resultado de cuando hay intención y todo fluye.
Muchas parejas me dicen “no friegues, no me acuerdo de ese momento”. Cuando estás del lado del fotógrafo y no piensas en la luz, la composición o en la pose perfecta… ahí es cuando la magia sucede y un click es ahora una historia.
Para eso descontextualizar es basiquísimo. Me gusta que en la sesión de fotos nos olvidemos (ustedes y también yo, pero por supuesto) de dónde estamos.
Si eligieron un hotel bien nice, ¿para qué ir a ponerle más atención al logo o a los espacios que ya todo mundo se sabe mejor que una baraja? El chiste es pasar de lo obvio a la creación de
Burbujas de intimidad, creatividad y fantasía
Con ese 5% para volar es suficiente para volvernos locos. El otro 95% será el reflejo de esa realidad que fue su boda. La idea es retarnos, trabajar en equipo y enfocarnos en crear algo chingón, único y que no sea parte de los clichés tan aburridos y dominados por el mundo entero.
¡Y sí! Neta sí es muy necesario que confíen en su fotógrafo (o sea yo). Yo no es que quiera apantallarlos con una actitud de mega rockstar; lo que busco es que sean testigos de cómo me parto la madre para saber qué hacer con todos esos elementos que se van sumando para dar algo muy personal y único. Se trata, sobre todo, de
pasar por ese abanico de emociones y no dar la misma foto en distintos fondos
Porque ¡qué hueva!
La locación sí tira paro, pero tampoco es bueno idealizarla. El hecho de que la casa o el lugar tenga un jardín enorme no quiere decir que habrá mejores fotos, porque ¿qué crees? probablemente el baño esté más fregón y, de paso, nos regala mejor iluminación.
Mi mejor consejo es que vuelvan a conectar con su lado más infantil para que podamos jugar y experimentar con los escenarios sin traer una lista de fotos “obligadas” porque las vieron en Pinterest.
Separarnos de lo literal, quitar las fotos de cajón y ahora sí…
hacer paisajes con ustedes, los novios.
Para dejar que las sorpresas sucedan yo me salto el scouting, porque a veces puede ser engañoso o no tan benéfico. Llegar el mero día y explorar todo lo que tiene el lugar es lo mejor para que juntos creemos algo completamente abstracto. Acuérdense que el día de la boda y hasta en la sesión pre boda…
Yo estoy pintando con ustedes, y así nos la llevamos… a pincelazos
A veces reaccionar a cómo está el día es lo mejor. Claro que también está con ganas que una misma locación se pueda usar a 360º, para que cada rincón sea un ángulo que luzca único. Para ver más allá de lo obvio, a veces mi pregunta base es: “¿qué vería un niño o un marciano en estos momentos?”. No es broma.
Y si ahorita traes en la cabeza la idea de: “híjole, pero yo la neta para la posada no sirvo”. Good news!
Las fórmulas aquí se quedan en los libros, y párale. A mí me gusta generar tensión (de la chida), elegir el ángulo, dar algunas indicaciones hasta que no sepan ni qué demonios está pasando en su vida y después me enfoco en provocar…
Regresar a su yo más travieso, a que se cuenten una historia bien cagada, que recuerden su oso más divertido o, de plano, que se pierdan en un buen abrazo… de esos que hasta reinician (pausa porque hasta la piel se pone chinita en estas tomas).
Así como si estuviéramos haciendo casting para Broadway, hagan de cuenta que la improvisación servirá (y mucho) para que ustedes como pareja desarrollen su propio lenguaje y todos esos movimientos, reacciones y respuestas se conviertan en una fotografía que quieran guardarla para que la vean desde sus papás hasta sus bisnietos. Entonces…
Si tienes chance de hacer con tu sesión de fotos toda una galería de arte a tu gusto, ¿neta te atreverías a ponerte límites? Me late que no.
¡Y, por fa!
No se enfoquen en la cantidad. El punto es que cada foto tenga su fuerza, su propósito y esencia. Entregarles muchas fotos sería igual de caótico como llenar un disco duro de spam nomás porque sí.
La creación es incómoda.
Para crear algo único tienes que pasar por el infierno y salir victorioso. No hay de otra.